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El proceso educativo como avefénix


      Este discurso recoge en parte mi visión de la experiencia educativa reiterada anualmente. Fue el producto de una improvisación, pues un imprevisto impidió a la persona que debía pronunciar las palabras de cierre realizar esta actividad.  Pero en las improvisaciones suele surgir a bote pronto el ideario que hemos ido forjando con el paso del tiempo. 

      Como decía en mi charla, el trabajo en educación se parece mucho a nuestras fiestas, Las Fallas. Durante un año se proyecta, se diseña, se crea, se construye, se realiza y se materializa finalmente ese proyecto: los alumnos aprenden, progresan, mejoran, comprenden, analizan y cuando ya has conseguido acompañarlos en todo ese recorrido, desaparecen y son sustituidos por otros con los que debes realizar el mismo proceso, dejando a veces una impresión de vacío y frustración.

      Por eso me ha parecido tan interesante el portafolio docente, porque nos permite a los profesores guardar las mejores evidencia de los logros alcanzados por nuestros alumnos con nuestra ayuda. Igual que el artista fallero siente el miedo a no lograr culminar la obra en el nuevo año, a no estar a la altura de las circunstancias, su carpeta, su portafolio de bocetos, de borradores, de diseños acabados o descartados le devuelven la confianza en sí mismo y el ánimo de volver a repetir el éxito, de conseguir  superarse a sí mismo, el portafolio docente puede retroalimentar el trabajo del profesor impeliéndole a afrontar nuevos retos y nuevos proyectos con unos nuevos alumnos que también alcanzará finalmente esas metas.

Una nueva generación de alumnos investigadores con sus coordinadores en el III Foro Científico de Investigación Juvenil en  O Carballino

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